[OPINION] Los premios (por Roberto Córdova)

En todo premio que otorga una institución, subyace un criterio y una preferencia política que ejerce dicha institución a través del jurado calificador. El mérito de la o el galardonado, es otro cuento.

En plena guerra fría, Henry Kissinger recibió el Premio Nobel de la Paz por su rol en la política de distensión con los dos principales oponentes (Rusia y China) al imperio al que él servía. No obstante, desde su mismo puesto como secretario de Estado en los gobiernos de Nixon y Ford, planificó cuanto golpe de Estado en América Latina pudo implementar. Ciertamente, un criminal hábil y poderoso como Kissinger podía jugar a dos bandas y pasar por caja a recibir su galardón.

En materia literaria, el mismo Premio Nobel nos ilustra cómo opera el factor político en el otorgamiento de esta distinción. Neruda, por ejemplo, que para quienes gustamos de la buena poesía no nos cabe duda que tenía todos los méritos para alzarse con el premio, éste se le otorgó en 1971, en pleno apogeo del gobierno de la Unidad Popular, el que obviamente lo levantó como candidato.

No tuvieron esa suerte grandes escritores como Julio Cortázar o Jorge Luis Borges, por mencionar a un par de vecinos; o León Tolstoi, por mencionar a otro grande que no tuvo auspiciadores influyentes.

En Chile, a propósito de respaldos -en este caso sin contrapesos- el Premio Nacional de Literatura de 1986 recayó en un regalón del dictador Pinochet: Enrique Campos Menéndez, postergando al verdadero merecedor del premio, el novelista José Donoso.

Pues bien, en estos días, entidades internacionales de diversos signos, distintas sedes y contrarias intenciones políticas, han entregado premios relacionados con un tema que, por su gravedad e inminencia, se ha tomado la agenda internacional: la catástrofe ambiental planetaria en curso.

El empresario y presidente de Chile, Sebastián Piñera recibió el Global Citizen Awards, que entrega hace 10 años Atlantic Council, en este caso, por su “liderazgo innovador para abordar el cambio climático y su enfoque pragmático en las políticas públicas y la recuperación económica” (sic).

El Atlantic Council es una institución creada en 1961 para hacer lobby entre Norte América y Europa en materias de cooperación; siendo su principal objetivo el libre comercio. Más claro, echarle agua.

En 2016, Atlantic Council, ya había sido criticado por organismos internacionales de derechos humanos por otorgarle el mismo galardón recibido por el empresario Piñera, a Alí Bongo Ondimba, elegido presidente de Gabón ese año en unas elecciones turbias y cargadas a la represión a sus opositores. Cabe destacar que Alí había sucedido a su padre en la presidencia en 2009, a la muerte de éste y después que gobernara 41 años ese país africano. ¿Ha escuchado usted alguna denuncia por derechos humanos o falta a las garantías democráticas en Gabón por parte de los que hoy condenan al gobierno de Venezuela, por ejemplo? Claro, a quién le importa Gabón y los 51 años de la dinastía Bongo.

Piñera se ha dedicado a proferir elocuentes frases dedicadas al tema medioambiental como parte de su puesta en escena a propósito del premio en cuestión y de su designación por parte de su amigo Macron como “Capitán América” (con mis respectivas disculpas a Lagos Escobar) en la defensa de la preservación de los bosques lluviosos. Incluso, fue más allá, pidiendo perdón por las zonas de sacrificio en Chile, superando con ello toda la hipocresía que hasta ahora le conocíamos.

Al otro lado del charco, en Europa, la Fundación Danielle Mitterrand, dedicada a la defensa de los derechos humanos y a apoyar la resistencia de los pueblos oprimidos, entregaba un premio a otro chileno, Rodrigo Mundaca, un dirigente social que ha dedicado todas sus energías, junto a sus compañeros y compañeras del Movimiento de Defensa por el acceso al Agua, la Tierra y la Protección del Medioambiente (Modatima), a luchar contra la usurpación del agua en Chile y, particularmente, en la provincia de Petorca, donde los poderosos de este país se han dedicado a saquear el territorio.

Un par de días después, otro organismo de derechos humanos, esta vez en Alemania, le otorgaba el Premio Internacional de Derechos Humanos de Nuremberg. Los otorgantes señalaron que esperan que este premio le brinde la protección necesaria para continuar con su trabajo. Otra vez, más claro echarle agua.

En parte de su discurso, Mundaca recordó que los derechos de agua en Chile están en manos de privados hace 39 años, ya que la “Constitución” impuesta por la dictadura militar y los socios y sostenedores del gobierno de Piñera consagra ese “derecho”.

No obstante, debemos agregar que fueron los gobiernos de la Concertación los que le dieron la bendición (en referencia a otro empresario católico que nos gobernó: Frei Ruiz-Tagle) y terminaron de cerrar el negocio de la privatización de un recurso vital que nos deja como el único país en el mundo en que su Estado no controla el uso del agua. De ahí que empresarios-políticos del gobierno de Piñera y de la ex Concertación sean parte del negocio del agua desde los directorios de las sanitarias, cuando no usurpadores directos a través de sus empresas.

Rodrigo Mundaca dedicó su discurso a dos mujeres asesinadas por luchar en favor de sus pueblos (una en Honduras, la otra en Chile) y contra el capitalismo depredador: Berta Cáceres y Macarena Valdés; y al lonko Alberto Curamil, galardonado en abril de este año con el Premio Medioambiental Goldman, y que se encuentra encarcelado por el Estado de Chile.

Ciertamente, los premios logrados por Mundaca y Curamil son absolutamente legítimos. Nadie -a excepción de los descerebrados Iván Moreira y Camila Flores, quizá- podría poner en tela de juicio la legitimidad de estos premiados. Como sí queda en evidencia que el premio de Piñera es una farsa orquestada por los representantes de los mismos intereses espurios del gran capital.

Mientras el empresario-presidente pide disculpas a los sacrificados y alardea de pro ambientalista, en Chile las comunidades de Quintero-Puchuncaví salen a desmentirlo y en la provincia de Petorca las fuerzas policiales reprimen a los ciudadanos que denuncian el robo del agua. Este Tartufo que oficia de presidente debe saber que hoy enfrenta no sólo a los pueblos que se rebelan y a los dirigentes que lo desenmascaran, sino que también se articulan organismos internacionales pro derechos humanos dispuestos a inclinar la balanza en favor de los pueblos y que, precisamente, el campo de la crisis global ambiental será donde legítimos luchadores y luchadoras habrán de enfrentar a los impostores.

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