Cada cierto tiempo, niños que no son iguales a los demás se meten en el escenario de los grandes, en un campo peligroso, para defender su territorio aún noble y esperanzado. Van al sacrificio.

Los llaman heroicos, su mensaje es noble, o dicen que están chalados, o enfermos, o iluminados, o dicen que están siendo utilizados o los ponen al frente de la batalla, arriesgándolos. Otros dicen que hay que protegerlos, que son indispensables.

Da lo mismo lo que digan de ellos. Son, aparecen, actúan.

Ellos quieren estar ahí, en el centro de la tormenta. No tienen miedo de su futuro. Van al sacrificio. Por un momento cortan los cables del sistema que consideran enfermo. Cumplen un rol espiritual de cortocircuito. Juana de Arco era una de ellos. Acá en Chile tuvimos a Miguel Angel de Villa Alemana.

Se mueven en distintos espectros. Actúan en lo local, en lo mundial, en lo metafísico. Hay que dejarlos actuar.