El momento exacto que origina el citado «declive económico» de nuestra ciudad, que abarca décadas, raramente ha logrado un consenso público. Algunas reflexiones lo sitúan desde la apertura del Canal de Panamá (1914) o en el surgimiento del Puerto de San Antonio (1912). Otra perspectiva lo ubica en la dictadura cívico-militar y los efectos de la política neoliberal de supresión del Estado (1973). También hay quienes sostienen que su inicio fue en la llamada «recesión económica más profunda en América Latina en el periodo de posguerra» (crisis económica de 1982), que condujo a la quiebra de numerosas empresas manufactureras y consecuencias irreparables en la industria nacional. Y no faltan quienes indican que nuestra proximidad a la Capital Santiago es más un obstáculo que una ventaja.
Quizás todas las perspectivas señaladas tengan validez, lo ha significado una innegable desatención del Estado y sus políticas públicas hacia Valparaíso, junto a una escasa inversión por parte del mundo privado, que entre otros factores, ha contribuido a la configuración de una ciudad empobrecida, caracterizada por una tasa de desocupación en la Provincia de Valparaíso de un 9,4% (Boletín INE, Empleo regional trimestre móvil julio-septiembre 2023) y donde se estima que por lo menos el 20% de las familias porteñas dependen de modelo de subsistencia vinculado al comercio informal.
En ese contexto, es que considero que el Acuerdo Portuario por Valparaíso, suscrito el pasado 23 de octubre, emerge como uno de los gestos más significativos para la ciudad que hemos presenciado en las últimas décadas. Este acuerdo fue firmado y promovido por el Alcalde de Valparaíso, Jorge Sharp Fajardo; el Presidente de la Empresa Portuaria de Valparaíso, Luis Eduardo Escobar, y el Gobernador Regional Rodrigo Mundaca, en un evento con la presencia del Presidente de la República, Gabriel Boric Font, y con la participación de numerosos representantes de los sectores políticos, sociales, gremiales, empresariales y turísticos de nuestra comuna y región.
Este acuerdo puede marcar un cambio de rumbo, donde el diálogo y las voluntades políticas expresadas instan a superar años de voces de pesimistas y desganados. Ahora tenemos una oportunidad como ciudad, y debemos aprovecharla, donde debemos enfrentar diversos desafíos fundamentales:
Desafío como Ciudad: Crear las condiciones para que las agrupaciones sociales, productivas, territoriales y activas de la ciudad consideren este acuerdo como una hoja de ruta que esboza un horizonte. Todas las y los porteños deberíamos conocer, difundir y empujar para que la propuesta de proyecto de expansión portuaria cumpla con los mejores estándares ambientales y patrimoniales posibles, siempre observada por una base social permanente y vinculante. Para ello, es necesario salir de las esferas de los «expertos» que se refugian en comisiones, desvincularnos de los opinólogos de tribuna Mercurial. Se hace fundamental ampliar el espacio, convocarnos como habitantes de Valparaíso en un desafío ciudadano que conecte, de una vez por todas, el Puerto con la Ciudad.
Desafío Tributo Portuario: Destacando la importancia de las obras complementarias contempladas en el proyecto (Muelle de Cruceros, mejoramiento del balneario San Mateo, mejoramiento del Muelle Prat y Muelle Barón), es imperativo que las riquezas generadas por el puerto también beneficien a nuestra ciudad. Se deben crear los escenarios adecuados, concretar el desafío que permita que el Puerto tribute, lo cual repercutirá en mejorar la calidad de vida de las y los habitantes de Valparaíso.
Desafío de Robustecer la Ciudad: La propuesta de proyecto de expansión portuaria implicaría una inversión de más de 500 millones de dólares, que incluye la construcción de un muelle de cruceros, el primero de su tipo en Chile. Y en forma adicional, se contemplan otros proyectos que serán ejecutados en nuestro borde costero, tanto por el Ministerio de Obras Públicas como por el Ministerio de Vivienda y Urbanismo. Ante ese panorama de inversión, como ciudad debemos prepararnos y evolucionar en los sectores turísticos, hoteleros, gastronómicos y comerciales. La participación activa del sector privado se vuelve más que necesaria; el desafío de recibir un proyecto portuario de esa envergadura también implica disponer y robustecer las condiciones para su concreción de la mejor manera posible.
Como parte de quienes aspiramos a contar con un Valparaíso como un territorio donde todos, sin excepción ni exclusión, podamos disfrutar de un mejor bienestar, celebro el manifiesto de voluntades del Acuerdo Portuario por Valparaíso. Tenemos desafíos fundamentales que afrontar y una oportunidad que aprovechar. Valparaíso lo merece.
Vladimir Valenzuela Lillo
Concejal de Valparaíso
Presidente Comisión Desarrollo Urbano, Territorial y Productivo
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