Debo decir que no soy un asiduo lector de la editorial de El Mercurio de Valparaíso, y menos asiduo a comentarla. Pero dado que en la editorial de este domingo 21 de febrero se me menciona, veo la oportunidad de clarificar algunos conceptos, aportar con ciertas cifras y sus fuentes y, por qué no, dedicar un par de líneas críticas al estilo informativo del editor; cuestión esta última que intentaré hacer sin recurrir a la ironía, ni a la falacia ad hominem, que bien sabemos suelen ser recursos retóricos con motivos inconfesables, sino más bien refiriendo algunos indicadores de Transparencia Editorial.
Primero, algunos conceptos indispensables:
Deuda no es lo mismo que déficit y deuda no es lo mismo que pasivos. El Déficit es la resultante financiera de los ingresos menos los egresos en un período. En la medida en que mis ingresos sean menos que mis gastos, dejo de pagar y voy generando deuda. La Deuda son las obligaciones de pago que no se han cumplido y que se acumulan de un período al siguiente. Los Pasivos son todas las obligaciones de pago, tanto las deudas como las Provisiones, es decir, lo que debo más lo que se tiene que reservar para pagar en el momento en que corresponde (También incluyen depreciaciones y ajustes contables). O sea, la deuda es parte de los pasivos.
Cierto, son conceptos técnicos, que muchas veces omitimos en su distinción con el propósito de simplificar la explicación, pero que en este caso expresan realidades y responsabilidades necesarias de clarificar. Dicho con algunas licencias (luego explicaré con cifras), heredamos una deuda tan cuantiosa, que sólo para pagar las multas e intereses que ella genera, se requeriría el total del presupuesto municipal de 1 año. Y por otro lado, el déficit estructural es tan persistente, que año a año sumado a los intereses por la deuda histórica previsional agrega alrededor de $10 mil millones a la deuda, generando una acumulación de pasivos que, salvo convenios y aportes externos resulta imposible de cubrir. Por tanto, y para responder a la pregunta si la situación de déficit financiero de la Corporación Municipal de Valparaíso lo generó esta administración, la respuesta es muy clara: NO lo generó. Al contrario, se ha logrado rebajar el déficit operacional, sin embargo las deudas, con sus multas e intereses, hacen imposible generar equilibrio financiero.
Segundo, algunas cifras y su fuente:
En la contabilidad de la administración Castro los pasivos informados por la Corporación Municipal eran de $59 mil millones, como lo refleja la cuenta pública 2016. Sin embargo, esta cifra estaba lejos de reflejar la deuda real, ya que no se encontraba reconocida parte importante de la deuda previsional y de perfeccionamiento, y no estaban incluidas las deudas entre áreas. Así, en un ejercicio de auditoría interna de varios meses, se logró revelar en la contabilidad que los pasivos 2016 eran en realidad $83 mil millones, los que fueron incluidos en los Estados Financieros 2017, y que mostraron pasivos por $94 mil millones de pesos.
Esa cifra (- $83 mil millones), con la que iniciamos nuestra administración generó por si misma a diciembre de 2019 un incremento en la deuda de $27.776 millones por concepto de multas e intereses. Es decir, cuando en marzo de 2020, el diario Mercurio de Valparaíso publica la noticia “Cormuval: gerente dice que la deuda es una buena noticia”, confunde deuda con pasivos y omite señalar que la cifra publicada ($107 mil millones) incluye las Provisiones (el dinero que debo reservar para pagos futuros) y deudas en cotizaciones previsionales generada por las administraciones anteriores. También omite la importancia de transparentar y enfrentar las deudas, omite mencionar que el acuerdo con el IPS permite una rebaja de $53 mil millones en deuda previsional, y omite mencionar que esta manera de enfrentar la deuda es una muy buena noticia para muchos trabajadores y trabajadoras.
Pero más allá de estas cifras particulares, las que deben ser abundadas, comentadas y comprendidas dada la importancia que tienen para la comuna, lo central es comprender el origen de las deudas y definir mecanismos para que ellas no sigan aumentando. En esa línea, esta administración ha venido publicando cada trimestre un informe de gestión financiera, y ha realizado auditorías externas a los estados financieros de toda la Corporación de los años 2013 a 2019, y para Educación incluso el 2020. En esa misma línea se han venido desarrollando convenios de pago que han permitido garantizar la continuidad del servicio, controlar el déficit en caja y negociar condiciones, en muchos casos rebajando multas e intereses. Pese a su volumen, la deuda no ha sido impedimento para cumplir nuestro mandato social, ni para dejar de agregar valor público.
Por último, una breve reflexión sobre el estilo informativo de la editorial, para lo cual destacaré una frase que condensa e ilustra una serie de aspectos de la construcción del texto que me interesa mostrar.
Dice el editor: “La actual administración aumentó los pasivos de la Cormuval de los impresentables casi 69 mil millones en la cual la dejó Castro a los referidos $102 mil millones en sus cuatro áreas de acción. “Una buena noticia”, se felicitó el gerente Garrido en este mismo diario”.
Los datos nos señalan que el exalcalde Castro no dejó pasivos por 69 mil millones y no hay documentos que hablen de esa cifra. Tampoco hay documentos oficiales que refieran a $102 mil millones como pasivos al año 2019. De hecho, el propio editor se refiere previamente a $107 mil millones. Además, atribuir a la actual administración el aumento, incurre en, al menos, la omisión del aumento de los pasivos sólo a partir de la deuda heredada. También cabe aclarar que el gerente Garrido jamás se ha felicitado ante este medio, ni se refirió al tema en la nota señalada (el medio no se comunicó conmigo), ya que dicha nota fue construida con extractos de la sesión del concejo municipal y entrevista a ciertos exconcejales.
Podemos entender la falta de precisión en el texto dado que la editorial del 21/02/2021 del Mercurio de Valparaíso es una columna de opinión, y quedará por lo tanto a disposición del lector inspeccionar en un conjunto de fuentes informativas (no entregadas en la editorial) para dilucidar las dudas.
Podemos también reconocer la agudeza de la pluma cuando se utiliza la ambigüedad del significante, y que palabras sin especificación como “insondable” sirvan para levantar curiosidad o la sospecha.
Sin embargo, no resulta excusable a la labor de un Editor renunciar al rigor. No resulta excusable que no se recurra a la validación de los datos en fuentes oficiales, o que se utilice como fuente una nota que el mismo periódico genera (autoplagio diría el código de ética de Scielo) si fuese artículo con rigor científico); o que no se incluyan las citas entre comillas cuando corresponde las palabras de un tercero citado, más aún cuando se supone que las palabras han sido dichas para el propio medio; o que se omitan fechas como referencias para contextualizar la opinión.
También se podría esperar, conforme a los indicadores de Transparencia Editorial, que el editor explicite los motivos que tiene para escribir su columna y lo que espera que ella causará.
Marcelo Garrido Palma
Gerente General
Corporación Municipal de Valparaíso
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