En Argentina, en la década del 80, había un programa para chicos muy popular: “El Show de Carlitos Balá”. En él, el animador le solía preguntar a una tribuna llena de pequeños:
—¿Qué gusto tiene la sal?
Los peques, como si fueran fans de Queen respondiendo a Freddie Mercury en el estadio de Wembley, gritaban al unísono:
—¡Salado!
No era una obviedad: Era un chiste y se repetía, con complicidad, programa tras programa.
Carlitos Balá (recientemente fallecido) tenía otra frase muy popular: “el movimiento se demuestra andando”. Lejos de ser una expresión simple, tenía una profundidad digna de análisis fuera del ámbito infantil. Ante tanta gente que declara públicamente “hacer muchas cosas”, él nos explicaba que sólo las acciones concretas demuestran el verdadero “movimiento”. Aunque no lo pareciera, la frase tampoco tenía nada de obvio.
El año pasado, en España, se sancionó la ley que llamaron “Solo sí es sí”. La misma, que tiene por objetivo combatir el flagelo de los abusos sexuales, está teniendo dos efectos no deseados.
El primero es que está logrando lo contrario a su objetivo. Muchos condenados por abusos están obteniendo reducciones a sus penas y eso tiene al país en vilo.
El otro es que Podemos y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), aliados en el gobierno, están teniendo diferencias públicas notorias. Los primeros son reacios a modificar los aspectos centrales de la ley y el PSOE, en cambio, quiere hacerlo cuanto antes.
Desde el sur de América Latina (el fin del mundo diría el Papa Francisco) no estoy en condiciones de analizar con seriedad ninguno de los dos aspectos, por falta de datos y experiencia específica. Pero sí me voy a permitir reflexionar técnicamente sobre el slogan de la ley.
El “Solo sí es sí”, que se repite en todos y cada uno de los espacios periodísticos y redes sociales, y que siempre está en boca de la Ministra de Igualdad, la polémica Irene Montero, es un slogan simple y de fácil recordación.
Al Ries, uno de los máximos gurúes del marketing, sostenía que cualquier campaña de comunicación debe buscar una idea simple y, una vez que se la encuentra, hacerla más simple aún. Esa es la condición primaria para obtener un buen posicionamiento.
Todo indicaría que este slogan está en sintonía con el consejo de Ries, pero… Siempre hay un pero.
Philip Kotler, otro referente mundial, en su libro Marketing Social explicaba que, a diferencia de las campañas de publicidad y relaciones públicas destinadas a posicionar productos y servicios, las causas sociales requieren de acciones diversas y no se pueden centrar en una sola idea. Es más, cuando lo hacen, fracasan.
Desde este punto de vista, la campaña de concientización “solo sí es sí”, que apoya a la ley, es un absoluto fracaso. Atacar algo tan complejo como el tema de los abusos como si fuera una pasta dental, además de superficializar el tema excluye muchas aristas de la propia ley
Además, a diferencia de las expresiones de Carlitos Balá, en este caso la “obviedad” no tiene doble lectura. Se muestra como inteligente algo que, en rigor de verdad, es una burda redundancia que, entre otras cosas, prescinde del consentimiento sutil, un elemento presente en muchas de las relaciones sexuales.
Por esto último es que en España, tantas burlas presentó el tema. “Si mi pareja acepta que le toque la oreja izquierda… ¿Debo preguntarle también por la derecha?”, “¿Es necesario que llame a un notario para acreditar el consentimiento?” “¿Si mi pareja dice yes se acepta como un sí?”, son solo algunas de las expresiones populares.
Simplificar en extremo en casos como este, banaliza la causa, la vacía de contenido y termina no sirviendo. Por ello es que un sector muy importante del feminismo español ya se está manifestando en contra de este sainete.
En Chile, Argentina y toda Latinoamérica siempre miramos lo que pasa en la “madre patria”, ya que muchas veces allí suceden cosas que después se reproducen en nuestros países. En este caso en particular, y siendo un tema tan pero tan delicado, debemos tomar nota y no repetir el error.
Roberto Vilariño
Consultor y profesor de RRPP
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Lamentablemente coincido en todo. en Argentina, de seguir así, estamos a un paso. Por eso hay que hacerse cargo de un tema relevante, donde el “Observatorio de Falsas Denuncias” en Argentina tiene un gran rol.