[OPINIÓN] 52 años de la muerte de Neruda: ¿Podemos (aún) separar al artista de su obra? (Paulina Varas Alarcón)

Por años, la cultura ha debatido si es posible analizar una obra desligándola de quien la creó. Aunque no es un dilema nuevo, ha tomado fuerza en tiempos recientes, especialmente ante denuncias de violencia de género y otras formas de abuso por parte de artistas consagrados.

El debate vuelve a estar vigente en el contexto de un nuevo aniversario de la muerte de Neruda, celebrado por su Nobel, y puesto en entredicho por su vida personal.

Los feminismos, con su premisa de que «lo personal es político», han sido fundamentales para visibilizar cómo la violencia se cuela en las expresiones culturales, incluso en aquellas que aparentan belleza o neutralidad. Revisar las biografías de autores no es un acto de censura moral, sino una brújula ética que nos permite construir una historia cultural más justa, completa y honesta.

Separar al artista de su obra puede parecer una estrategia para resguardar el valor estético o intelectual de ciertas creaciones. Sin embargo, esta separación muchas veces invisibiliza los contextos de poder, desigualdad y violencia que rodearon su producción. Reconocer esa complejidad no implica “cancelar” todo lo que incomoda, sino abrir la puerta a nuevas preguntas: ¿Qué legitimamos cuando citamos una obra? ¿Qué omitimos al no mencionar las conductas de quien la creó? ¿Qué otras historias quedan silenciadas?

El enfoque de género ha sido clave en esta revisión crítica. No se trata de exponer gratuitamente intimidades personales, sino de comprender que la violencia estructural se reproduce también en las artes y que nuestras decisiones tienen impacto. Revisar con profundidad a quienes crearon y por qué sus obras permanecen vigentes nos permite cuestionar los mecanismos que han mantenido ciertos discursos en el centro y relegado otros.

La pregunta por separar al artista de su obra no tiene una única respuesta. Pero sí es claro que no basta con repetir esquemas pasados. Quienes enseñamos, investigamos o nos interesa la cultura tenemos el deber de aportar a una narrativa más completa. Una que no glorifique sin contexto, que no silencie lo incómodo, y que apueste por una historia cultural más ética, inclusiva y amorosa.

Paulina Varas Alarcón
Doctora en Historia y Teoría del Arte por la U. de Barcelona
Docente e investigadora del Campus Creativo UNAB


Las opiniones vertidas en esta columna son de responsabilidad de su(s) autor(es) y no necesariamente representan las del Diario La Quinta.

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1 reply »

  1. No es necesario separar en este caso la obra del autor. Lo primero es investigar qué es verdad, qué es demostrable y qué no. Desde ese punto de partida, queda claro que lo del supuesto abandono de Malva fue un invento de la derecha: Europa estaba en guerra y Neruda simplemente no podía viajar, vease los comentarios de Vicente Alexaindre, Federico García Lorca, por si no entiende el amor de Pablo por su hija, lease la carta entera donde dice que es un punto y coma como cariño, vease las remesas de dinero que enviaba. En cuanto a la acusación de violación, se sostiene únicamente en un texto literario, sin respaldo histórico alguno, un texto además que se publicó con neruda ya muerto, sin revisarlo, por su viuda que tampoco lo entendió mal. Y, leído con atención, ese pasaje no es una apología, sino más bien una denuncia velada de una práctica patriarcal de la época.

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