Informes recibidos desde Venezuela indican que pequeño grupo de militares intentó quebrar el orden institucional del país, esta vez tratando de tomarse la base La Carlota, de la Fuerza Aérea, ubicada en el barrio alto de Caracas.

Según reportes enviados por nuestros corresponsales en la capital venezolana, en la madrugada de hoy un grupo de 24 militares se sublevaron e invitaron a dos batallones a sumarse a un supuesto ejercicio militar de prevención. Integrantes de estos batallones informaron que fueron llevaron engañados hasta las afueras del cuartel donde se les indica que deben tomárselo, luego de lo cual los dos batallones se retiran del lugar.

Simultáneamente, militares liberan a Leopoldo López de su arresto domiciliario y propician el que se sume a Juan Guaidó, en las afueras de la base militar, a incitar al pueblo venezolano a que se vuelque a las calles para así concretar la sublevación.

Por su parte, las Fuerzas Armadas Bolivarianas han actuado con prudencia sin reprimir a los civiles que apoyan la sublevación. En tanto el alto mando ha hablado al país expresando su total adhesión al gobierno de Nicolás Maduro, haciendo un llamando a recuperar la paz para Venezuela.

Los sublevados se mantienen concentrados en el barrio alto de la ciudad mientras miles de venezolanos se vuelcan al palacio de gobierno de Miraflores, tal como lo hicieran en 2002, durante el gobierno de Hugo Chávez, frente al golpe de Estado digitado por la embajada de EEUU, manteniéndose en el lugar hasta que los sublevados reintegraran al presidente Chávez a su lugar de gobierno.

Como medio de comunicación, queremos expresar nuestra profunda preocupación por la forma en que, una vez más, los medios tradicionales y comerciales de prensa chilena han intentado manipular a la opinión pública, transmitiendo en vivo exclusivamente desde el lugar de los sublevados, haciendo parecer una intentona golpista como una sublevación popular y opinando a discreción en contra del gobierno constitucional de Venezuela. La falta de ética de los periodistas que dan la cara o simplemente la indignidad con que se someten a la línea editorial, es repugnante.

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