Finalmente, Sebastián Piñera ha sucumbido a la tentación que siempre ha tenido la derecha: usar a las Fuerzas Armadas para zanjar aquello que son incapaces de resolver políticamente.

Lo hicieron en 1973 y hoy lo vuelven a utilizar, en otro ámbito.

Piñera decidió este martes involucrar a los cuerpos uniformados en la lucha contra el narcotráfico, lo que revela su estrepitoso fracaso ante la delincuencia y el crimen organizado. Todo Chile recuerda su oferta de «poner fin a la puerta giratoria» y su eslogan: «Narcos, se les acabó la fiesta».

Pero la delincuencia ha continuado creciendo y el crimen organizado y el narcotráfico pampean en las calles, incluso, con total desparpajo, haciendo ostentación de su poder armado en los «narcovelorios».

Involucrar a las Fuerzas Armadas en la lucha contra el narcotráfico, la delincuencia y el crimen organizado es un error garrafal. En el papel, parece la única solución. Pero no hay país en el mundo que haya ganado esta «guerra». México, Colombia, Brasil, Venezuela, El Salvador, Guatemala, Honduras, más todos los países africanos, como Nigeria o Sudán, y asiáticos, como Indonesia, Malasia o Tailandia, han fracaso en esta supuesta cruzada.

El mayor peligro de meter al Ejército y a las otras fuerzas armadas en esta pelea, es que el poder del dinero de los narcotraficantes es de tal magnitud que, finalmente, los uniformados que supuestamente deben cuidar a la población del flagelo de las drogas y el delito, se entregan con facilidad a la corrupción que significa recibir coimas y dádivas, no ya en pesos, sino en millones de dólares. Un control fronterizo puede ser saltado si los narcos ofrecen uno, dos o cinco millones de dólares para salvar un cargamento que vale 500 millones de dólares o más.

La solución va por otro lado. Se trata de reforzar el Estado de Derecho, limitar o reducir el narcomercado mediante políticas públicas de protección social y oportunidades económicas y laborales hacia los sectores vulnerables, y fortalecer el trabajo de las policías. En Chile, obviamente, esto último hoy no es posible. Pero debe serlo en el corto plazo. Se necesita recuperar ambas policías, con nuevos rostros, nueva ética y nueva mentalidad.

El combate contra la delincuencia, el narcotráfico y el crimen organizado jamás debe salir de la esfera policial. De lo contrario, las Fuerzas Armadas, que ya están corrompidas por los fraudes y malversación de platas públicas, terminarán sepultadas también por la narcocorrupción.