Después del último desatino del gerente general de la Empresa Portuaria y la lluvia de críticas que se dejaron caer a propósito de la respuesta que envió al diputado Brito, apareció el domingo en El Mercurio el presidente del directorio de la estatal que, casi en tono de reto histérico, nos dijo que “Nadie puede obligar a esta empresa y al Estado de Chile cuando la razón y los números te dicen que no”, a propósito de la construcción del muelle exclusivo para cruceros.
Ya que nadie ha saltado a la cancha ante tanta insolencia, creo que se hace necesario responder.
El abogado, parte del bufete que defendió al ilegal Mall Barón y que hoy curiosamente es presidente de la estatal portuaria de Valparaíso, comenzó justificando gastos onerosos, por cierto, ya que, según él, “él estudio” para descartar el muelle de cruceros que nadie conoce costó un millón de dólares (nos está diciendo que un estudio de sumas y restas costó 700 millones de pesos). El ex director del puerto de San Antonio nos dice, en la misma entrevista, que el Estado dice no tener dinero y nos instala la cifra de 45 millones de dólares de costos por un muelle cuando, según el mismo diario que lo entrevista, el proyecto de muelle tiene un costo de 13 millones de dólares. Poco informado está Fernando Ramírez.
Cosas que no me cuadran y a ver si los lectores me siguen y pueden aportar otros datos que mi memoria olvide.
Hace no mucho, en El Mercurio de Santiago apareció diciendo que el proyecto Terminal 2 seguía en pie y que ahora ya no costaba 500 millones, sino 560 millones; los 60 millones de dólares nuevos son porque la estatal perdió un juicio y debe construir el ensanchamiento y el hundimiento de las vías para que el terminal tenga vías de acceso.
La misma estatal hace 20 años que cobra tarifa uso de puerto (TUP) que, se supone, ha generado ganancias por 190 millones de dólares en 20 años, gracias a las aguas abrigadas que da el Molo. Fernando, me imagino, no sabe eso, tampoco sabe que la empresa que él preside construyó el VTP, según la prensa por 10 millones de dólares, es decir, ahora tenemos dos edificios para atender turistas y no tenemos muelle para cruceros.
Recapitulemos: serían 60 millones de dólares para hacer el caminito que se les olvidó en la licitación del T2; tenemos los 190 millones gracias al molo de abrigo, que nunca han reparado; tenemos los 10 millones que le regalaron a los Urenda para sacarlos de la Bodega Simón Bolívar. Esos datos a los porteños de Valparaíso le dan un saldo de 260 millones, no solo para construir un muelle de cruceros para la ciudad, sino que para construir nuevas aguas abrigadas, con un nuevo molo en el norte de la ciudad.
Solo para que los críticos y, en particular, la ministra de Transporte se enojen, les recordaré que la línea 7 del metro de Santiago costará sobre 90 millones por kilómetro, es decir, 2.700 millones de dólares en total. El subsidio al Transantiago ha costado en 2017, 715 millones de dólares, en 2018, 862, y en 2019 cerca de los mil millones; y nos dicen que no hay fondos para regiones.
Pero, al mismo tiempo que se habla de austeridad, la empresa portuaria compra el destruido Palacio Subercaseaux y la remodelación de oficinas costaba 10 millones de dólares. Si bien se arrepienten de la remodelación, la compra ya fue hecha.
Con estos datos que son de todos conocidos, no como “el estudio de un millón de dólares”, queda claro que el presidente de la portuaria es un histérico desinformado.
Fernando Ramírez, más que presidente de la estatal, parece el sicario que mandó el gobierno a matar nuestro puerto.
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