Hace 46 años, como pueblos vivimos una de las situaciones más dolorosas y horribles que puede sufrir un territorio: un Golpe de Estado, planeado por elites económicas en las mesas de dialogo capitalistas, entre estadounidenses (Nixon y Kissinger) y el fascismo chileno, representado por Edwards, el dueño de El Mercurio.
Más de cuatro décadas en las que hemos sido despojados de nuestros derechos, nuestra Democracia, nuestra soberanía…
A 46 años del Golpe de Estado, para cualquier persona que tenga un mínimo respeto a la vida y a los Derechos Fundamentales de la Humanidad, le es imposible no sentirse conmovida y emplazada a recordar a quienes ya no están.
Quienes lo dieron todo durante la Unidad Popular, y antes incluso, para que Chile fuera un país para los pueblos.
Quienes defendieron la Democracia y lucharon contra la Dictadura.
Quienes dieron su vida para defender lo que es nuestro: la libertad de pensar distinto, de elegir la forma en la que queremos gobernar nuestros territorios y su economía, defender los territorios y su autonomía.
Ahora a 46 años del Golpe, tenemos que recordar sobre todo a nuestro compañero Presidente Salvador Allende. El último líder que tuvieron los pueblos en La Moneda. El Presidente Mártir que pagó con su vida la lealtad del pueblo.
Orgulloso, se quedó en La Moneda aceptando que era su deber defender la Democracia hasta el final, quedándose con un grupo de leales hasta el final, resistiendo incluso las bombas de la FACH.
El Ejercito de Chile, la Armada, la Aviación, Carabineros… los grandes traidores de la jornada. Ese día demostraron que sus filas habían sido purgadas y que solo quedaban los fascistas, los corruptos y asesinos.
Las Fuerzas Armadas de Chile, nada tienen de gloriosas. Solo perpetuaron el Genocidio y la persecución política, la tortura y la destrucción de nuestros pueblos desde Arica a Punta Arenas.
Todas las ciudades tienen detenidos desaparecidos, todas las ciudades tienen centros de tortura y detención. Muchos están ocultos, precisamente por aquellos que buscan que perdamos la memoria.
Lo más atroz es que las mismas elites políticas que buscan eliminar la Historia de nuestra educación, son las que torturaron y las que promueven que olvidemos a las hermosas personas que fueron asesinadas y mutiladas por la dictadura.
Sebastián Piñera, Carolina Schmidt, Chadwick, Lavín, Jose Antonio Kast, Pinochet, Camila Flores, Lucía Hiriart, Andrés Longton, Allamand, Castro, Barriga, Jaime Guzmán, José Piñera, Manuel Contreras y muchos más tienen las manos y su dinero manchado con sangre de personas que no merecían morir, ni tampoco ser torturadas.
Pero lo peor son aquellas personas que se disfrazan de socialistas, de izquierda, de compañeros… y esperan septiembre para irse a la playa, a disfrutar de sus altos sueldos y sus favores políticos.
Lo peor son aquellas militancias y dirigencias políticas que han fomentado la corrupción dentro de la izquierda. Aquellas personas que ostentan apellidos históricos, y que han vendido al país. Que dejan de lado la militancia de base y que se transforman en la burguesía opresora que juraron destruir.
Lo peor son aquellos que hoy enarbolan colores rojos y blancos, y que han provocado que esos mismos colores pierdan su sentido.
Aquellas dirigencias de los partidos de izquierda, que se robaron la Democracia.
Los nombres están en la memoria del pueblo como quienes traicionaron al país entero, después de haber usado consignas a las que no le rindieron honor: Frei Ruiz Tagle, Lagos Escobar, Lagos Weber, Camilo Escalona, Isabel Allende, Álvaro Elizalde, Heraldo Muñoz, José Miguel Insulza, Fulvio Rossi… Dirigencias corruptas como Viñambres en Quilpué, que reprimen directamente a la juventud. Miguel Ángel Aguilera, que en San Ramón pacta con el narcotráfico.
Todas estas dirigencias, que terminaron por vender al país entero, concluyendo el trabajo de la dictadura cívico-militar.
Ni hablar de la Democracia Cristiana. Desde que Radomiro Tomic perdió en su momento las dirigencias del partido, solo quedó el fascismo en esa colectividad.
Ver a estas dirigencias antes mencionadas, enarbolar las banderas de Salvador Allende, provoca pena y rabia, pues se han alejado totalmente de las exigencias de la población.
Una muestra de ello es su apoyo al TPP-11, a las industrias que contaminan y destruyen los territorios y al despojo de nuestra Educación Pública.
Pucha que han cambiado los compañeros… la empanada y el vino tinto lo cambiaron por el café y la galleta del lobby empresarial.
El socialismo en democracia se cambió por la tercera vía y el pactar con los golpistas.
La lucha social y la defensa de los territorios, se cambió por varias casas en la playa, en Chile y el extranjero.