En su primera entrevista desde el plebiscito que zanjó una contundente mayoría en favor de la redacción de una nueva Constitución a través de una Convención Constitucional especialmente electa para ello, la diputada por la Región de Valparaíso del Frente Amplio subrayó en el espacio radial Puerto Aprueba que “la mayoría aplastante del plebiscito marca un camino en favor de cambios estructurales, y no cosméticos ni de ajustes”.
Camila Rojas Valderrama, la diputada más joven del actual Congreso, militante del partido Comunes y oriunda de San Antonio, fue entrevistada en Radio Ritoque en su primera intervención tras el plebiscito que en la región de Valparaíso obtuvo más de un 80% en favor del Apruebo y la Convención Constitucional. Manifiesta preocupación porque la Convención Constitucional sea representativa de la sociedad, alerta sobre la activación de los sectores empresariales y apuesta porque el Congreso mantenga un rol activo en paralelo al trabajo constituyente. Sin embargo, lo más importante sigue siendo el rol de una sociedad activa.
¿Qué valoras del plebiscito recientemente realizado?
Este proceso está muy conectado con las demandas sociales, con la protesta social, con el 18 de octubre y con las movilizaciones previas para terminar con el sistema de AFP, por el derecho a la educación, la dignidad de profesores y la movilización feminista. Es clave mencionar que a raíz de la potencia del movimiento feminista habrá una convención histórica, que será paritaria. Hay varias alegrías que se condensan en los resultados, pero es importante vincularlos a los procesos que habían comenzado en la sociedad. No fue espontáneo y queda harto por delante.
¿Cómo evalúas un año después el acuerdo de noviembre de 2019 por el cual los partidos del Frente Amplio fueron especialmente criticados?
Del acuerdo de noviembre surgieron desconfianzas y dudas sobre qué significa, que incluía. Hasta hace no mucho también la derecha intentó tensionar dicho acuerdo, en torno a los 2/3, a la hoja en blanco, etc., todos temas importantes. No estaba considerado en el acuerdo que la convención constituyente fuese paritaria y desde el movimiento social y feminista se logró incluir. Todo el proceso constituyente no será distinto. Es importante mentalizarnos en que Chile despertó y no se puede volver a dormir. Sin una sociedad organizada no habría acuerdo, ni plebiscito, ni paridad; ni habría nueva Constitución. Cuando se deja actuar solos a los partidos, es muy difícil que respondan a los intereses sociales, porque hay intereses en juego.
Quiero que la Convención Constitucional sea representativa de la sociedad, con escaños reservados e inclusión. Los Larraín han estado muchas más veces en el Congreso que los González, a pesar de que son muchos más en el país. La decisión de cómo será el proceso constituyente y la convención no puede quedar delegada ni en el Congreso ni los partidos. Se requiere de convergencia, presión y contrapesos. En definitiva, un sistema político en que se produzca un equilibrio entre sociedad y política. El presidente de los empresarios de la Sofofa ya salió a llamar a los empresarios a tomar protagonismo del proceso. No estamos corriendo solas, las élites van a seguir participando. Para poder nosotras pesar más y que la sociedad esté representada se requiere de articulación. Hay posibilidades de tener una correlación de fuerzas mayor al que hubiésemos imaginado, es nuestra responsabilidad concretarla.
¿Cómo imaginas que se articulará el trabajo de la Convención Constitucional, con el Congreso y la protesta social?
El hecho de que la gente hubiese preferido una Convención Constitucional y no una mixta, da al Congreso una labor más clara. La mayoría aplastante del plebiscito marca un camino en favor de cambios estructurales, y no cosméticos ni de ajustes. El devenir del Gobierno y del Congreso debe estar en línea con lo que se ha expresado. Es fundamental que en este tiempo en el que ocurrirá el proceso constituyente, en que habrá elecciones y un período de redacción de la nueva Constitución, el Congreso funcione no sólo en términos formales, sino también que responda a las demandas sociales. Todo lo que podamos avanzar estos meses es clave. Los sectores más conservadores que han defendido la constitución del 80 también deben mirar este resultado. Ya no se trata de las marchas que hemos protagonizado por décadas, sino que es una mayoría institucional en favor de los cambios a la que hay que atender.
El país demostró que no está polarizado. Las instituciones políticas para tener legitimidad tienen que responder a la necesidad de reformas estructurales. la discusión presupuestaria y todo lo que se discuta en el Congreso en este período tienen que ir en esa línea.
¿Qué trampas imaginas para que el proceso no sea exitoso?
Irán apareciendo visiones que quieren mantener el legado de la Constitución de Jaime Guzmán y Pinochet. Lo pienso sobre todo por los cambios culturales que se instalaron a sangre y fuego: me refiero a esa idea de que los servicios públicos se pagan y se compran, por ejemplo, que sin duda estará muy presente. Además estarán los intereses empresariales presentes, las votaciones de Las Condes, Vitacura y Lo Barnechea lo corroboran. Son un sector minoritario pero muy activo, organizado, movilizado y con dinero, un sector dispuesto a defender sus privilegios. Las trampas vendrán de ese lado bajo el discurso de “no hemos estado tan mal, entonces mantengamos las cuestiones que han dado buenos resultado” y eso en el campo de los derechos sociales es muy peligroso y se requiere de estar alerta. Para ello las y los actores deben estar alerta, pero sobre todo la sociedad debe estarlo.
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