Estos días han sido foco de atención en los medios de comunicación y no por existir una resolución que acredite el relato de la víctima de acoso, sino por lo que tiene que decir Aeschlimann.
Patricio Aeschlimann fue sumariado por acoso sexual como funcionario en la Municipalidad de Valparaíso por parte de una ex funcionaria del lugar, sancionándose un año después con 2 meses de suspensión con 50% de reducción de sueldo. Su primer actuar una vez denunciado fue justificar la denuncia; evidentemente le tenían envidia, miedo o cualquier argumento lujurioso respecto a su persona como alguien intocable. Tal habitualidad de la política de siempre: tenía información. Información que solo a la prensa como “el mercurio” le puede importar, porque al movimiento feminista solo le importa un proceso con una resolución satisfactoria para la víctima.
Este es el clásico ejemplo que las feministas hemos denominado al “macho de izquierda”, cuando vemos un compañero que suscribe al proyecto con el solo objetivo de llegar al poder, porque jamás priorizará las demandas que se han levantado, una izquierda feminista, diversa y disidente. Personas como él son contra quienes levantamos y alzamos la voz, para no ser más víctimas del falocentrismo que el hombre espera hacernos creer. Vivir en un mundo tan machista que puede creer que nadie sabrá sobre esto, tentando así, el actuar de todas nosotras.
Todo esto nos muestra más visibilizado aún el terreno de realidad que estamos pisando cuando la prensa se enfoca solamente en lo que tiene que decir el acosador y no así condenar la violencia que históricamente nos ha afectado a nosotras. El acoso sexual nos hace sentir humilladas y ofendidas frente al hostigamiento sexual por parte de un colega de trabajo que puede mostrarse en varias formas, por ejemplo, físicamente forzar a hacer algo que no quiere, tirar comentarios sexuales e insistir en invitaciones no deseadas. En esto, en este mismo acto ofensivo nos vemos envueltas en una situación donde un hombre que se siente superior al resto con la convicción de creer que no existirá sanción alguna. Por eso, cuando existe una resolución sancionatoria, es un avance después de todo el proceso que una mujer valiente camina para encontrar sanción. Darse cuenta que estás siendo violentada, no tener miedo en denunciar y viendo a un machista como Aeschlimann que buscará encontrar consecuencias en contra de quien lo denuncia, que inclusive, puede perjudicar tu vida.
Detrás de cada compañera violentada, sea en las formas que se manifieste, hay miles de compañeras acompañándola, y esta sanción no es suficiente para remediar el daño provocado contra ella.
La cotidianidad de estos casos es alarmante, la falta de sanciones son peores. El enfoque de la prensa es esperable y el actuar de Patricio es condenable y cobarde.
Valeria Cárcamo Vidal
Consejera Política Regional de Valparaíso
Revolución Democrática
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