Si nos remontamos a nuestra historia, la educación cívica fue instalada en su origen para proteger los círculos de poder, sus intereses y privilegios. Adoctrinar a las masas bajo el discurso de una educación centrada en los deberes, en la obediencia, en el honrar los signos patrios y sus instituciones. Desde 1912, en donde se establece como asignatura la Educación Cívica en 5° y 6° de Humanidades, esta distaba mucho de una visión democrática; la cual era un riesgo para gobernar sosteniendo el principio “La democracia debe ser instruida”. Así lo afirmaba Malaquías Concha, autor de la Cartilla Educación Cívica en la cual la asignatura se basaba.
No es muy diferente de lo que ocurrió en dictadura: el currículum escolar dictado casi por puño del dictador Augusto Pinochet, quien revisó mínimamente el currículum que se implementaría en las aulas y así surge la Educación Cívica basada en la Constitución del 80 y la Economía, lo que nos ratifica que era cierto que no se movía ni una hoja sin que él supiera. Formar individuos obedientes que honraran al régimen, cual rebaño que siguiera las órdenes de este sistema del cual fuimos el conejillo de indias, capitalista y neoliberal del que somos prisioneros, formando personas individualistas incapaces de crear un colectivo. Solo en los años 50 se vieron cambios para que la formación cívica otorgará herramientas más democráticas a los estudiantes; pero no fueron avances significativos.
Post dictadura algunos pensaron que esto cambiaría; lo que no ocurrió, así como la alegría que nunca llegó. Al contrario, se eliminó la asignatura y comenzamos a ser meros espectadores de nuestra sociedad, a circular por ella sin ver, sin actuar, a funcionar según el sistema impuesto con tal inteligencia que nos convertimos en rebaño. La desvinculación fue tal que las instituciones actuaban sin pudor, la corrupción se normalizó en todos los poderes y se instaló como el pan de cada día, hasta que las generaciones jóvenes dijeron basta y despertó en ellos el sentido del colectivo. Actuaron de una forma tan colaborativa y democrática, que movieron las masas sin querer moverlas; hicieron carne la verdadera formación cívica, esa que libera, que incluye, que da autonomía a las personas y sus territorios, esa a la que aspiramos muchos, la que nos hará sujetos y no objetos de derechos, personas sociales en una sociedad para todes.
Cecilia Neira Burgos
Co-creadora de la “Revuelta Cívica” caceroleando conciencias
Limache
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