El Gobierno está dando sus últimos estertores y eso se aprecia en la falta de liderazgo, donde su “segundo piso” está en el subsuelo.
Nadie quisiera ver a un gobernante que arrastra un prontuario y que, como si nada, tiene un récord por todos conocidos. En Perú, por ejemplo, estaría en la cárcel, y en Chile la justicia espera por él. Los casos de derechos humanos, el caso Exalmar y los que lo vinculan a triangulaciones con AFP son la gota que habría rebasado el vaso en estas horas. Además, como si quisiera ganar tiempo, ha sacado la carta del Tribunal Constitucional, que no tiene pies ni cabeza.
Sebastián Piñera ha puesto al nivel más pobre a Chile, que no se puede tolerar, habiendo la riqueza que hay acumulada. Ha puesto constante y sonante apenas 6 mil millones de dólares, cuando se necesitan 30 mil para un plan serio para llegar a marzo de 2022. Ha especulado con el retiro del 10%, sabiendo que ese dinero está empobreciendo a las trabajadoras y trabajadores. Es un desfalco disfrazado lo que hace un especulador de fuste. Este juego llega como un impuesto por 1.000 millones de dólares, cuando los súper ricos se niegan a poner el 2,5 por una vez, que sumaría 6.500 millones.
Esas son las cifras que rodean esta especulación de un apostador, que saldrá más rico de lo que llegó. Esperemos que Chile haga valer su dignidad y recupere los dineros mal habidos. Nada puede venir de un personaje que se amparó en las faldas de una dictadura, para amasar una fortuna que sólo a las mujeres y hombres de Chile les pertenece.
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