¿Qué es un delincuente sin una pistola? Nada. Un sujeto que, si es agarrado a patadas y desarmado por las víctimas, se pondrá a gritar cobardemente como un marrano.
Actualmente, hay un millón y medio de armas circulando en Chile. La mitad está inscrita de forma legal y la otra mitad totalmente ilegal. Sin embargo, de las 753.000 armas inscritas legalmente, 234.000 ha sido reportadas como robadas” o “extraviadas”. Es decir, en realidad, un millón de armas de fuego están en manos de los delincuentes.
EL SHOW NO PUEDE ESCONDER LA REALIDAD
El ministro del Interior, Rodrigo Delgado, encabezó una puesta en escena esta semana, con la destrucción de unas 18.000 armas, correspondiente a decomiso de los años 2019 y 2020. Un show mediático que no sirve para nada.
Lo que no dice el ministro del Interior es que la pandemia ha venido a agravar seriamente la situación. De hecho, mientras los delitos con armas de fuego han aumentado en un 8%, el decomiso de esas mismas armas en manos de los delincuentes ha bajado un 40% de lo que se decomisaba hace un par de años. De hecho, en el 2018 hubo 15.000 armas decomisadas y entregadas voluntariamente, mientras que en el último informe del ministro Delgado, se registraron 18.000 decomisos y entregas en dos años, 2019 y 2020, es decir, 9.000 mil decomisos y entregas por año.
Más encima, las armas entregadas voluntariamente son realmente basura, muchas de ellas completamente inservibles, solo para “la foto” y nada más. El verdadero decomiso sumó apenas 8.000 armas en dos años, es decir, 4.000 por año.
Lo peor de todo es que esa cifra de decomisos, de las que se enorgullece el Gobierno de Piñera, es totalmente insignificante comparado con el millón 250 mil de armas que están en manos de los delincuentes.
EJERCITO RECONOCE TRÁFICO ILEGAL DE ARMAS
En los últimos años ha habido numerosos casos de uniformados que, misteriosamente, se les pierden sus armas. O son “asaltados” y sufren el “robo” de su armamento. Un ejemplo de esto fue el de dos conscriptos de regimiento Chacabuco de Concepción que simularon haber sido asaltados por un grupo de sujetos, quienes le robaron sus fusiles. La investigación demostró que iban a venderlos a 2 millones de pesos cada uno. En otro caso, un militar sufrió el “robo” de varias armas que portaba en su automóvil.
El propio Comandante en Jefe del Ejército, general Ricardo Martínez, reconoció hace algunos meses que oficiales de su institución trafican armas de forma ilegal hacia bandas de delincuentes. Martínez reveló que la forma de operar es la siguiente: los uniformados compran las armas de forma legal, las denuncian como “extraviadas” y luego las venden a quienes cometen asaltos, robos o trafican drogas. Lo más grave es que por la “pérdida” de estas armas no les sale “ni por curado” a los uniformados.
“Tenemos información de que hay oficiales y cuadro permanente que compran armas por la vía legal, después las dan por perdidas, pero lo que están haciendo es venderlas al crimen organizado, grupos de narcos, de delincuentes”, afirmó Martínez a los subalternos.
Por ello, primero, resulta urgente terminar con el tráfico de armas hacia los delincuentes; segundo, expulsar y meter presos a los uniformados que se las venden y, en tercer lugar, hay que impulsar una fuerte campaña de intenso y verdadero decomiso de armas entre los ladrones, asaltantes y narcotraficantes. Sin armas, estos sujetos no son nada.
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