[OPINION] Cultura, no basta con declarar (Nicolás Andrade)

La autogestión es el punto de partida de la mayoría de las organizaciones, sobre todo en el ámbito territorial donde se aprende a gestionar, gestionando. Se trata de esfuerzos que articulan redes de colaboración, activan, disputan, promueven, buscando encantar con su quehacer a las comunidades, logrando que las identidades y la  cultura vivan con y desde los territorios.

La gestión cultural comunitaria, se sustenta en la participación y colaboración y más allá de los distintos quehaceres, comparten un objetivo, el empoderamiento de las comunidades: cuando aparece el yo asociado a un nosotrxs, siendo parte de un cuerpo mayor, colectivo. Estas experiencias han jugado un rol destacado en materia de promoción social, sobre todo en aquellos sectores donde la pobreza y la vulneración de derecho se expresan con mayor fuerza.

La cultura en general y las experiencias comunitarias en particular, han configurado un proceso de recuperación de barrios, con más oportunidades, limpios, seguros y participativos. En línea con el Valparaíso que soñamos.

¿Qué pasaría si las políticas culturales abrieran su visión? no en sentido de las industrias culturales que estuvieron tan de moda, pensamos en un espectro todavía más amplio o más acotado, en el sentido de no dejar este tipo de emprendimientos a merced del mercado. En la identidad organizacional de Valparaíso, su acervo sociocultural, el turismo, la educación, todos pilares para el desarrollo social, entrelazados y sin más. Relevar la identidad de una ciudad hecha a pulso, orgullosa, autoconstruida y que debe valorarse desde ahí. ¿Dónde? la gestión colectiva de sus habitantes.

No se trata de romantizar la precariedad de la autogestión, se trata más bien de inyectar en esas estructuras de base los recursos, ya no sólo destinados a la cultura, también a otras áreas de desarrollo como el turismo o el comercio local. Se trata de educar a nuestras niñas y niños conscientes de que en sus comunidades hay un potencial enorme, en el centro cultural del barrio, en el club deportivo del cerro, más allá de las habilidades que les entregan las distintas disciplinas, se trata de una consciencia que va de lo micro a lo macro.

No basta con declarar que la cultura es buena para el desarrollo, debemos definir qué desarrollo, para quiénes. Cada experiencia cultural, artística y deportiva hace vivir a la ciudad, la mueve y construye memoria, estableciendo lazos socioemocionales con el territorio.

Esa construcción de identidad aporta a la percepción de seguridad en los barrios. Activa las voluntades individuales y colectivas que son verdaderos motores a la hora de abrir espacios a la participación.

Existen distintas experiencias en trabajo comunitario, que son tan importantes y contribuyen al desarrollo de la ciudad. Debemos trabajar para impulsar a cientos de artistas porteñxs, artistas migrantes, centros culturales, centros juveniles, colectivos artísticos, arte circense, murgas, batucadas, brigadas muralistas, bibliotecas populares, animación infantil, radios y televisoras comunitarias que son testimonios de una actividad intensa y organizada que se defiende de la ausencia del Estado en políticas culturales.

Nicolás Andrade
Candidato a Concejal por Valparaíso

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