La llegada del economista y parlamentario por más de 20 años, acercó la esperanza a un país dónde nunca un líder de izquierda había logrado llegar a la Casa de Nariño. Hay que construir el país de la vida y no de la muerte, declaró Petro.
La Plaza de Bolívar, en el centro histórico de Bogotá se vistió de gala para recibir al primer presidente de izquierda de Colombia. Algo que parecía imposible hace sólo unos años. Gustavo Petro asumió como el nuevo mandatario del país, en medio de una alta expectativa de su gobierno, sobre todo de parte de los ciudadanos de a pie, “los nadie”, como los nombró la vicepresidenta Francia Márquez, que lo acompañaron con gritos, cantos y una alegría multicolor.
La tarde estuvo marcada por las emociones, los honores militares y el aroma a cambio en un país que pide a gritos terminar con la violencia y abrazar la paz. María José Pizarro, hija del asesinado y carismático líder, Carlos Pizarro, del desaparecido grupo guerrillero M-19, le entregó entre lágrimas, la banda presidencial a Gustavo Petro. Pero eso no es todo. También asumió la vicepresidencia del país, Francia Márquez, una mujer afro, activista ambiental y social, que representa fielmente a todos los excluidos del país cafetero.
FIN AL DUOPOLIO ENTRE CONSERVADORES Y LIBERALES
La llegada del economista y parlamentario por más de 20 años, acercó la esperanza a un país dónde nunca un líder de izquierda había logrado llegar a la Casa de Nariño. Se rompe con ello una tradición, en que la derecha conservadora, en alianza con el mundo empresarial, las fuerzas armadas y los medios de comunicación, mantuvieron a una élite política de manera ininterrumpida mediante sucesivos gobiernos conservadores y liberales.
Ese modelo de duopolio político del poder, dejó de funcionar. Hoy una tercera fuerza, irrumpe en la política colombiana y se toma el gobierno en una situación inédita. La desmovilización de las FARC, despejó el escenario de enfrentamiento armado y con ello, la derecha dejó de ser la única opción de gobierno. El debate giró desde el conflicto armado, hacia la desigualdad económica, social y cultural. En tal escenario, Gustavo Petro, ex alcalde de Bogotá, corrió con ventaja y nadie pudo arrebatarle el sillón presidencial.
LA ESPADA DE SIMÓN BOLÍVAR
Es la hora del cambio, de una Colombia posible, donde la vida se imponga a la muerte, declaró Gustavo Petro, frente a la espada del libertador Simón Bolívar, que en su primera orden ejecutiva mandó a buscar a la Casa Militar y con ello, interrumpió la ceremonia por algunos minutos. Así es Gustavo Petro, él habla y manda, con serenidad y control.
La misma entereza que tendrá que poner a prueba para realizar los cambios estructurales que pretende emprender en la salud, la educación, las pensiones y una reforma agraria que generé una nueva impronta en el mundo rural y una mejor redistribución de la tierra.
Igualmente se propone realizar una reforma tributaria que la paguen los más ricos, y que permita sostener el gasto social, en un país que vive una enorme pobreza y desigualdad. Pero ello no será fácil. Colombia enfrenta una desaceleración de su economía, una alta inflación y una situación de endeudamiento y déficit fiscal heredado del anterior gobierno encabezado por Iván Duque.
TERMINAR CON LA VIOLENCIA, EL NARCOTRÁFICO Y LA AUSENCIA DEL ESTADO
Gustavo Petro, no eludió ningún tema y llamó a terminar con los grupos armados, el narcotráfico y la ausencia del Estado en diferentes lugares del país. Hay que construir el país de la vida y no de la muerte, declaró Petro. Cómo hacemos para no matarnos, remarcó. Según cifras entregadas por el propio mandatario, el conflicto armado y la violencia le ha costado la vida a unos 800.000 colombianos.
La política antidrogas ha fracasado, apuntó Petro. Y tiene razón. El plan de combate al narcotráfico no logra tener los resultados esperados. Los grupos armados delictivos se han fortalecido y tras la pandemia, sus operaciones se han globalizado y sus delitos se han diversificado. En tal escenario, el estado ha dejado de tener presencia en al menos un 30% del territorio colombiano, sobre todo en las franjas transfronterizas.
PETRO: SALVAR LA SELVA AMAZÓNICA
En su discurso, Petro citó al Premio Nobel de literatura, Gabriel García Márquez e invitó a soñar con un país mejor, más próspero, con una economía robusta, pero legal, donde el diálogo sea una herramienta para la paz. Llamó a los armados (que abundan en Colombia) a desarmarse y con ello, contribuir al cambio. A vivir en un mundo sostenible, con respeto hacia la naturaleza, consciente que vivimos en un mundo que sufre un cambio climático y que podría significar la extinción del ser humano en los próximos 200 años.
Con la misma fuerza, pidió terminar con la dependencia del petróleo y el carbón y salvar la selva amazónica, que constituye un pulmón verde para el mundo. Pidió al FMI, cambiar deuda externa por acción climática y a la responsabilidad de cuidar el planeta y terminar con su deterioro.
UN NUEVO CICLO DE LAS IZQUIERDAS
La izquierda en América latina vuelve a tener una nueva oportunidad de gobernar mayoritariamente gran parte del continente, desde México hacia el sur. Hoy 10 países son gobernados actualmente por gobiernos de izquierda. Y de ganar las elecciones presidenciales Lula da Silva en octubre próximo, más de 557 millones de personas tendrán en sus países gobiernos de izquierdas.
Pero hay que distinguir que no todas las izquierdas son iguales. Mientras Petro llama a la descarbonización y a terminar con la dependencia del petróleo y enfrentar la crisis climática, Lula y Luis Arce, van por el extractivismo, como fuente del desarrollo. También hay diferencias entre las izquierdas, en temas como la densidad de la democracia, el feminismo, el rol de los movimientos sociales, el trato hacia las minorías, así como el cuidado del medio ambiente y los flujos migratorios. Cuando cae la tarde sobre Bogotá, la Plaza Bolívar vuelve a su quietud. Sin embargo, da la sensación que la hora del cambio para Colombia, finalmente ha llegado.
Jorge Montecino
Analista internacional
Diplomado en Relaciones Internacionales. Magister en Seguridad y Defensa
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