Murió el exobispo de la Iglesia Católica, Tomás González. Su deceso reaviva lo mejor y lo peor de esta iglesia en Chile. González, junto con otros curas, se destacó en la defensa de los derechos humanos durante la dictadura de Pinochet. Pero estuvo también acusado de encubrir y proteger a sacerdotes colegas suyos, autores de abusos sexuales contra menores. Secretos que se llevó a la tumba, impidiendo que se haga justicia, como la desaparición de Ricardo Harex en Punta Arenas.
Su muerte recuerda el claroscuro de otro conocido sacerdote de la Iglesia Católica, Cristian Precht, quien tuvo un rol protagónico en la Vicaría de la Solidaridad, salvando la vida de cientos de chilenos y chilenas perseguidos por la dictadura. Pero también fue acusado de abusos sexuales contra menores, a tal punto que el Papa Francisco lo expulsó de la iglesia el 15 de septiembre del 2018, luego que cumpliera una condena canónica de cinco años apartado de su labor pastoral.
LAS LUCES
El exobispo González se destacó por sus críticas al régimen de Pinochet desde Punta Arenas, donde la Iglesia Católica tuvo un fuerte trabajo de base pastoral, sobre todo en las parroquias de barrio durante el período de las Protestas Nacionales convocadas por la oposición a los militares, así como en la promoción y defensa de los derechos humanos en esa difícil época.
Fue precisamente en esa ciudad donde se registró uno de los primeros actos de protestas dirigidos directamente contra Pinochet, el llamado “Puntarenazo”, ocurrido durante una visita del dictador, en febrero 1984. Fue tanta la rabia de Pinochet que, como represalia, un agente de la CNI puso una bomba en una de las parroquias locales, la que explotó y destruyó el lugar, pero también mató al teniente de Ejército que la colocó. En esa oportunidad, González no estaba en Chile, andaba en Roma. Pero la dictadura lo responsabilizó de liderar al grupo de sacerdotes que alentaba las protestas contra Pinochet.
Según testimonios, ayudó y protegió a numerosos opositores de la dictadura. Así lo describe Tania Maturana en Twitter tras su muerte: González fue un “gran apoyo en los años de dictadura, ayudó a interponer un recurso de amparo cuando caí y estuve detenida en el regimiento y me otorgó una beca de alimentos para poder estudiar, porque tenía buenas notas”. En tanto, Francisco Ballesteros escribió también en Twitter: “Nobleza obliga: Fue el padre Tomás González el único quien me prestó ropa cuando me trataron de expulsar del Liceo San José de Punta Arenas”. Hace algunos años, la agrupación de ex-presos políticos de Magallanes le rindió un homenaje de agradecimiento por su labor durante la dictadura.
LAS SOMBRAS
Pero, junto con estos brillantes aspectos, González también tiene otros más oscuros. Él mismo fue acusado directamente de hacer uso de servicios sexuales de menores en el “Caso Spiniak”. Así lo publicó El Mostrador el 7 de julio del 2004, mediante un artículo que tituló: “Spiniak: Menor y proxeneta señalan como ‘cliente’ a obispo Tomás González”. Asunto que él negó ante el ministro que llevaba el caso, Sergio Muñoz.
En materia pastoral, González fue obispo de Punta Arenas durante 32 años, entre 1974 y el 2006, un tiempo demasiado largo, durante el cual supo de muchos casos de abusos sexuales contra menores llevados a cabo por curas colegas suyos y frente a los cuales guardó silencio.
Las víctimas del sacerdote Víctor Hugo Carrera, condenado por abuso sexual en el 2001, lo acusan de encubrirlo. Carrera era el secretario personal de Tomás González. Cuando se destapó el delito a fines del año 2000, el cura Carrera huyó de Chile con destino a México y luego a Italia, donde permaneció prófugo durante tres años. Posteriormente, fue ubicado haciendo misas en Bolivia. Fue detenido y llevado a Punta Arenas, donde fue juzgado y condenado a solo 540 días de pena remitida y al pago de una multa de dos millones de pesos. Sobre este caso, González nunca abrió la boca, a pesar de que el denunciado era un personaje estrechamente ligado a su persona. Incluso, González reconoció tiempo después que mantuvo contacto con el prófugo por correo electrónico, mientras éste era buscado por la justicia en el extranjero.
Otro cura de Punta Arenas acusado de delitos sexuales fue Jaime Low Cabezas, a quienes sus víctimas le imputan dos delitos de abusos sexuales y dos de estupro. Durante las declaraciones que se dieron ante los tribunales, una de las víctimas relató que los abusos de Low se llevaron a cabo en la casa del obispo González. En abril del 2009, el Tribunal Oral en lo Penal condenó a Low a 800 días de pena remitida por el delito de abuso sexual consumado.
EL CASO “HAREX”, EL MÁS TRÁGICO
En Punta Arenas también critican a González por haber guardado demasiado silencio sobre la participación del cura Rimsky Rojas, por la desaparición del joven Ricardo Harex en el 2001.
El círculo más cercano a Harex señala que Rojas debió haber tenido participación o conocimiento de la desaparición del joven, a tal punto que el sacerdote terminó suicidándose el 2011. Y que González nunca colaboró positivamente en esclarecer el caso.
En el 2018 se creó la Comisión Investigadora de la Cámara de Diputados por el llamado “Caso Harex”, en la que participó como diputado el hoy Presidente Electo de Chile, Gabriel Boric. (Sería bueno saber la opinión del Presidente Electo sobre las luces y sombras del ex obispo Tomás González y su participación en el caso “Harex”).
En esa comisión parlamentaria, el excarabinero Raúl Herrera recordó que “lo que sí se mencionaba y que estaba en mi conocimiento y de otros policías es que había cierto grado de encubrimiento de parte del entonces obispo Tomás González de toda esta situación. Desde que llegó a Punta Arenas, en 1991, se dieron muchas cosas”. El mismo expolicía relató que en varias ocasiones detuvieron a menores de edad en situación de calle, drogándose o bebiendo alcohol en la vía pública, pero que llegaban a la comisaría unos jóvenes que decían ser de una congregación religiosa y se los llevaban a la casa del obispo a las tres o cuatro de la mañana.
A su vez, Marlys Saldivia, jefa subrogante de la Oficina del Instituto de Derechos Humanos en la Región de Magallanes y la Antártica Chilena, sostuvo ante la comisión de la Cámara que “es posible, conociendo el expediente, que las víctimas del cura Rimsky o de otros, pero básicamente del cura Rimsky es el que aparece, sean muchas más. Específicamente, víctimas de delitos sexuales”.
Agregó que su organismo estima que en el caso Harex hay fundamentos para creer que se trata de la desaparición forzada de una persona, en la que habrían intervenido agentes del Estado. “Fundamentalmente, por las inconsistencias en la información que entrega Carabineros de Chile. Hablamos de la bitácora. Básicamente es eso y la relación de carabineros con el padre Rimsky”, dijo la abogada.
Un excompañero de colegio de Harex, Francisco Orrego, relató que el cura Rimsky Rojas esperaba a los menores de edad al finalizar sus carretes de fin de semana, para llevárselos a su casa. “No era tan anormal que él –Rojas- se jactara de su amistad con Carabineros, y que él le había dado órdenes a Carabineros de que, si encontraban a algún alumno del colegio en estado de ebriedad o cometiendo algún delito o infracción, por llamarlo así, en vez de llevarlo a la casa de sus papás o al retén, se los llevaran ante su presencia, para que él los castigara”, resaltó Orrego, quien añadió que Carabineros tendría que explicar por qué negó en todo momento haber concurrido por supuestos ruidos molestos a la fiesta en la que fue visto por última vez Ricardo Harex, si todos sus compañeros de colegio vieron a los uniformados en el lugar.
“Cuando interponemos la querella, pensamos fundamentalmente en esa vinculación, carabineros-cura Rimsky o alguien más de la Iglesia Católica, no solamente el cura Rimsky. Se ha mencionado también al padre Tomás González”, agregó la abogada Saldivia.
El exobispo González recién habló en el año 2011, es decir, diez años después de la desaparición de Harex y una vez que Rimsky Rojas ya estaba muerto. Reconoció la doble vida del cura Rojas y de los numerosos abusos sexuales del que éste había sido acusado. Pero nunca abrió la boca cuando las víctimas pedían justicia. Y se llevó a la tumba la verdad de lo que pasó con Ricardo Harex y de otras víctimas de sacerdotes en Punta Arenas.
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