En estos días, un sector del Frente Amplio está tratando de converger en un partido común dentro del conglomerado. Se trata del Movimiento Autonomista, Movimiento Político Socialismo y Libertad, Nueva Democracia., Izquierda Autónoma e Izquierda Libertaria, que buscan ser un contrapeso a Revolución Democrática dentro del FA. Como un aporte para el logro de ese esfuerzo, quisiera recordar a los compañeros del FA algunos esfuerzos similares que resultaron exitosos, de manera de sacar algunas lecciones que la historia nos enseña.
El primer ejemplo ocurre en 1933, cuando cuatro orgánicas socialistas diferentes acordaron unirse y formar el Partido Socialista de Chile. Los compañeros de estos movimientos podrían leer las actas de fundación del PS y el detalle de la reunión en que se acordó la fusión de esos grupos. En esos documentos es posible ver que los dirigentes de aquel entonces también se entramparon en una ardua discusión sobre las formalidades, por ejemplo, si se podía o no acordar la fusión antes de que cada grupo hiciera su ampliado. También debatieron sobre la estructura orgánica y si se iba derechamente a la fusión o había que formar una federación primero y después una fusión. Finalmente, primó la voluntad de alcanzar la unidad y minutos antes de la medianoche se levantó la sesión con la formación del nuevo partido, con una mesa directiva y con una declaración de principios común.
El segundo ejemplo tiene ocasión en 1969 con la formación de la Unidad Popular. En esa oportunidad, hubo una dura discusión entre el PS y el PC por incorporar o no a los “pequeño burgueses” del Partido Radical, los socialdemócratas y los MAPU, que se decían de izquierda, pero la izquierda más dura los consideraba “hijitos de papá” o derechamente “cuicos” de izquierda. Estaba en pleno furor la influencia de la revolución Cubana y, sobre todo, la del Che Guevara, muerto en Bolivia y en donde varios chilenos lo habían acompañado. Finalmente, se pudo crear la Unidad Popular, un poderoso instrumento que llevó al Gobierno a Salvador Allende. A propósito de Allende, también es bueno recordar la difícil postulación de éste como candidato único de la UP. Dentro del PS había un sector muy fuerte que veía a Allende como “un reformista pequeñoburgués” que planteaba llegar al socialismo por la vía electoral, mientras que este sector quería hacer la revolución a lo Che Guevara. Finalmente, fue nominado Allende, pensando sobre todo en el pueblo chileno, donde éste tenía un enorme y poderoso arraigo popular.
El tercer ejemplo, la unidad del PS tras la dictadura. El Partido Socialista fue salvajemente perseguido y quedó destrozado en más de diez orgánicas distintas durante la dictadura. La sobreideologización, como elemento de identidad y sobreviviencia dificultó los caminos de unidad intrapartidaria en ese período. Pero los socialistas se fueron reconociendo en la acción, en unidad y lucha. Lentamente comenzó la reconstrucción partidaria. Hacia 1983 había unas seis fracciones y al finalizar la dictadura se presentaban dos grandes grupos, un sector marxista como el PS Almeyda y otro socialdemócrata más cercano al socialismo europeo, como el dirigido por Carlos Briones primero, y Ricardo Núñez después, los que se fusionaron en 1990, recreando el PS que pervive hasta hoy.
Entonces, lecciones a tomar en cuenta:
En primer lugar, todos deben expresar clara y firmenente la voluntad política de alcanzar el objetivo común, en este caso la unidad para crear un nuevo partido político. En este sentido, es necesario superar la soberbia, que se expresa en la idea de que “la historia empieza cuando yo aparezco”. Es decir, esta positiva irrupción de una fuerza nueva en el ámbito político, social y cultural de Chile (como hoy es el FA) no es una novedad en nuestra historia. Cada generación ha tenido uno de estos grupos. Está en sus manos ser capaces de que sea una experiencia fructífera y no una iniciativa que lleve al desencanto y la frustración.
Segunda idea, bajar la ansiedad y el apuro. Avanzar lento, pero avanzar al fin. Sopesar las decisiones, pero no “trancar” la pelota.
Tercera idea, anteponer lo colectivo por sobre lo individual o grupal. Superar las peleas chicas y las mezquindades. Dejarse de “pendejadas”. El FA como bloque sacó un millón de votos en las parlamentarias 2017. Ya es hora de que se ponga los pantalones largos.
Cuarta idea, acordar una directiva unitaria y definir una declaración de principios común.
Quinto, actuar de buena fe, fomentar la unidad, el compañerismo y la fraternidad.
Sexto, lograr un acuerdo ideológico general común, una estrategia común y una táctica común. También un plan de trabajo de corto, mediano y largo plazo.
Séptimo, levantar la vista y mirar en perspectiva, bajo la premisa de que este nuevo partido llega para quedarse.
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