El desarrollo de la pandemia COVID-19, que hasta la fecha se ha transformado en una emergencia sanitaria, ha puesto en jaque a gobiernos e instituciones de salud a nivel mundial.
El caso de Chile no es muy distinto. El 3 de marzo se confirmaba el primer caso de COVID-19 a través del Ministerio de Salud, y se comenzaba el contagio. En diferentes lugares del país se propagó, teniendo a hoy 24 de marzo, 746 casos y dos fallecidos. Por su parte, el Gobierno central ha enfrentado esta situación con pasividad debido al rol que han tomado los gobiernos locales frente a las medidas de prevención y mitigación del contagio. El 15 de marzo diferentes municipios tomaron la decisión de cerrar los establecimientos educacionales, y por consiguiente las universidades/CFT/IP.
El Gobierno central en un primer minuto se negó, pero tuvo rectificar su decisión y aceptar y decretar la cancelación de clases a nivel nacional. Esta situación se vuelve a repetir donde más de 160 municipalidades instan al Gobierno central a decretar Cuarentena Nacional; el Ejecutivo desestima su petición y llama a una cuarentena “progresiva”, esto mientras el ministro del Interior, Gonzalo Blumel, declaraba que “los Alcaldes no pueden tomar medidas que van más allá de sus atribuciones”.
Sin embargo, pareciera que el Gobierno central no entiende cómo accionar frente a una emergencia sanitaria. La responsabilidad de los municipios, a través de sus 29 servicios de salud regionales y el sistema municipal de atención primaria, cubre a alrededor de 70% de la población nacional.
Siendo los municipios los primeros en tener que dar soluciones en los centros de atención primaria, como lo son los CESFAM, CSR y SAPU, entre otros, el caso de los CESFAM es el más importante, ya que, a diferencia del CES, se trabaja bajo un modelo de salud integral desde el enfoque comunitario, por la prevención y promoción de la salud, dándole importancia a la participación comunitaria.
Para enfrentar esta emergencia es necesaria una estrategia de toda la sociedad, no solo del sector salud, sino también de los demás sectores, las empresas, las familias y comunidades, para la mitigación de una pandemia.
Los actores del territorio, como lo son las organizaciones territoriales y funcionales, los CESFAM y el gobierno local, serán determinantes para enfrentar esta emergencia, siendo los municipios un ente catalizador de las demandas de salud en el territorio nacional.
La colaboración y coordinaciones de estas tres entidades podría permitir amplificar los esfuerzos de otros sectores, como los hospitales o los consultorios. Por ejemplo, si se está atendiendo a domicilio a un gran número de personas enfermas, las organizaciones comunitarias podrían prestar en labores de apoyo en hogares o entrega de insumos a personas de la tercera edad, como es el caso de la Comunidad Placilla en Valparaíso.
“Tenemos que ocuparnos de ellos, para que tengan sus remedios y comida y no tengan que salir de casa”, señaló Edgar Eldredge, presidente del Comité de Salud y Medioambiental de Placilla de Peñuelas, organización que lidera una campaña de ayuda a personas mayores, en la que participan también la Junta de Vecinos 145-B Cumbres de Placilla y el Club Adultos Mayores ‘Las Reinas del Hogar’, para llevarles sus medicamentos y alimentos.
Una de las tantas herramientas que nos entregan las Tecnologías de la información (TIC) son los Sistemas de Información Geográfica (SIG), es decir, un conjunto de hardware, software y procedimientos diseñados para facilitar la obtención, gestión, manipulación, análisis, modelación y salida de datos espacialmente referenciados.
La posibilidad de localizar las organizaciones comunitarias en un territorio frente a una pandemia nos facilitará la coordinación y planificación frente a las consecuencias del COVID-19. Esta herramienta también generará una base datos de cada organización ubicada en el espacio, la cual despliega campos como contacto, posible centro de acopio, socios, población de riesgo, voluntarios (Comité de Emergencia Comunitaria).
Esta información puede permitir futuras apuestas en el territorio en políticas de prevención o sanitarias o de fortalecimiento de organizaciones comunitarias estableciendo canales de coordinación y trabajo entre diferentes organismos, sumados también los CESFAM, la Municipalidad y organizaciones comunitarias.
La necesidad de introducir como herramientas los SIG permitirá un mayor campo de acción, tanto para las organizaciones como para los organismos de salud locales, donde esta herramienta nos permitiría identificar conductas del virus que vayan cambiando, o personas críticas o que tienen problemas de movilidad, o que no tienen recursos para asistir a alguna red de salud, y así poder contar con un canalizador a información fidedigna desde las organizaciones en el territorio, así como información actualizada y veraz sobre la situación de la comunidad, a través y para sus organizaciones
Estas herramientas nos podrían ayudar a generar capas de información de centros de salud públicos y privados en el territorio, entregando una información certera, con posible información sobre precios de exámenes y contacto, como también de las farmacias y su contacto, o posibles centros de acopio o de trabajos de prevención y mitigación del COVID-19.
Esta herramienta hoy puede ser ocupada en plataformas como Google Maps, Google Earth o programas de Software Libre como QGIS, instrumentos hoy de carácter público que permiten generar una interlocución entre los CESFAM y la Municipalidad, con información útil para el autocuidado de las organizaciones en el territorio.
Imagen N°1, http://www.mymaps.com, Comunidad de placilla, JJVV, con información respectiva de la organización JJVV Fundadores de Curauma.
Imagen N°2, Centros de Salud Familiar/SAPU Placilla, Precio Examen, Contacto, cruzado con los Centro de Adulto Mayor.
Imagen N°3, Centros de Acopio, más centros de Salud Publico y Privados con su respectiva información, y los Clubes de Adulto Mayor.
Categorías:Opinión, Valparaíso
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