(Por Rodolfo Luna)
Carolina Torrejón es candidata a la Convención Constituyente por el Distrito 7. Quiere que su campaña sea una “edu-campaña”, es decir, una campaña educativa que informe y motive a la ciudadanía a participar, pero que, al mismo tiempo, tenga efectos educativos desde el punto de vista del conocimiento cívico. Afirma que este proceso constituyente y esta campaña son algo muy distinto a las elecciones parlamentarias y, por lo tanto, algo muy nuevo y complejo a la vez. La tarea de los constituyentes será contribuir a redactar una norma de aplicación universal, no solucionar legislativamente problemas concretos.
Una pregunta un poco obvia pero necesaria: ¿por qué te presentas como candidata constituyente?
–Tengo varias motivaciones, pero creo que en primer lugar porque soy una ciudadana de este país, dolida y preocupada, que cree que vivimos en mundo demasiado imperfecto y no en el mejor país posible, y que tenemos responsabilidades individuales y colectivas para cambiar las cosas. Soy profesora de un linaje de profesoras, porque lo fue mi abuela y mi madre también. Enseño Historia y Geografía, disciplina a la que llegué a partir de mis intereses de infancia; fui de la generación del Mampato, donde la cultura, amplia, diversa y universal, se nos metió en la mente y en el corazón desde muy chiquitas. Soy una mujer con hijos grandes por lo que los desafíos de la crianza quedaron atrás y tengo la energía, las ganas, la creatividad para seguir adelante aportando en este pequeño mundo en el que vivo.
¿Y esas características personales, cómo se relacionan con participar en esta aventura constituyente?
-Desde este rol como profesora, a lo largo de mi vida, me he desempeñado en trabajos relacionados con la divulgación científica, la educación cívica y la asesoría legislativa. A eso le sumo haber enseñado historia constitucional de Chile, por lo tanto, es un tema que no me es ajeno y que me apasiona de verdad. Llevamos muchos años intentando el cambio de esta Constitución. Montones de marchas, muchas pancartas, muchos eslóganes, exigiendo Asamblea Constituyente, pero fue necesaria una Revuelta para que esas demandas se concretaran en un proceso constituyente. Creo que no sólo tenemos que tener una Constitución verdaderamente democrática, legítima y plural, sino que debemos participar en la consolidación de una ciudadanía responsable y conocedora de los derechos y deberes que emanarán de la nueva Constitución. Por eso me gusta hablar de “edu-campaña”.
¿Puedes explicar más ese concepto?
–Pienso que esta campaña es totalmente distinta a otras campañas políticas que hemos tenido anteriormente. Este proceso constituyente significa rediseñar nuestras formas de vida y organizarlas de acuerdo a otros principios económicos, jurídicos, administrativos etc., pero, sobre todo, de acuerdo a otros principios éticos. Una nueva Constitución no nos va a resolver todos los problemas que tenemos como país. Una Constitución es algo necesario, pero no suficiente. Sin embargo, tenemos que hacer todos los esfuerzos para que tengamos una ciudadanía informada acerca de los contenidos constitucionales, vigilante de las ideas y palabras usadas en la redacción del texto y sus consecuencias.
¿Y cómo se concreta esto en tu tarea?
-Mi tarea como candidata a constituyente se enfocará durante la campaña a conversar con la gente, a iluminar juntos los conceptos y términos que están circulando en los debates, a hacer distinciones relevantes. Por ejemplo, no es lo mismo que el Estado garantice el “derecho a la educación” a que el Estado garantice “el derecho de los padres a escoger el establecimiento de enseñanza para sus hijos”. No es lo mismo “propiedad del agua” que “uso del agua”. Otros ejemplos: diferenciar entre constituciones maximalistas y minimalistas, conocer otros procesos constituyentes como las de nuestros vecinos latinoamericanos etc. Yo no soy una experta constitucionalista, hay otras y otros con ese perfil. Mi labor es traducir conceptos, difundirlos, hacer que cobren sentido y se encarnen en la gente y, al mismo tiempo, recoger sus opiniones, dudas y demandas.
¿Qué es lo más diferente de este proceso?
-Es importante entender que una Convención no es lo mismo que un Parlamento, ni los constituyentes son lo mismo que un parlamentario, por mucho que haya personajes de la vieja política que estén buscando un espacio en la Convención. Nosotros no debemos ni podemos ofrecer solucionar problemas concretos. Nuestra tarea es la de ser portavoces y traducir las demandas concretas, particulares y locales, en principios generales. Una Constitución es por definición algo universal, afecta a todos por igual. Pero lo relevante es que esas normas universales tengan consecuencias particulares y positivas localmente y que eso sea percibido por la gente.
Se dice que se requieren “expertos”
-Aquí no hay perfiles técnicos o políticos más importantes que otros. Aunque para muchos es algo obvio, yo soy crítica con la idea de que en la Convención deben estar sólo los expertos y famosos. Yo no soy “experta”, pero sí tengo una experiencia profesional y de vida, intensa en muchos temas que son relevantes en este proceso. Expertos los justos y necesarios, porque la primera y más importante condición para participar en la Convención es ser ciudadano de este país.
¿Qué es lo que más te molesta o te indigna de la actual Constitución?
-Creo que lo que más me indigna, aparte de su origen en dictadura y que coincide con las demandas ciudadanas, es la constitucionalización del poder económico en manos de los privados y, en general, la mercantilización de todos los aspectos de nuestra vida. Lo indignante es el poder que se le asigna al mercado y a la empresa privada en educación, salud, vivienda y pensiones, por ejemplo. Y eso está todo establecido en la Constitución actual.
Tú te defines como independiente y te presentaste en la lista de los Independientes No Neutrales. Cuéntame por qué ellos.
-Porque yo quería ser constituyente y no sabía cómo hacerlo. No tenía ningún deseo ni ninguna posibilidad de que fuera constituyente en el cupo dentro de un partido tradicional y, por los azares de la vida, en la conversa con dos grandes amigas conocí a los INN. Concuerdo plenamente con su diagnóstico y sus propuestas y me decidí, siendo una ciudadana de a pie, sin pitutos ni apellidos, ni conocida más que por mis amigos y amigas a escala humana, a llamar a INN y decir, oye, estoy disponible. Aunque no tengo lo que llaman “base social”, sin embargo, tengo una experiencia, tanto como profesora, en educación formal e informal, haber trabajado estos temas durante muchos años. Desde ahí se abrió esta posibilidad y estoy más que feliz de ser parte de este proceso, de este camino y con mis compañeros de lista.
Hablemos del distrito 7 y tu participación en él.
-Estoy en este distrito porque migré hace casi dos años aquí, después de muchos años de estar en mis planes de vida. No es un territorio nuevo para mí y me siento afectivamente muy ligada a él, en particular de la zona que va desde Santo Domingo a Quintay por la costa, pero que incluye las zonas interiores de la comuna de Casablanca, San José, Las Dichas y otras localidades. En conjunto, es un territorio con variadas vocaciones y mucha diversidad interna. Tenemos los dos puertos más grandes del país, pero también las viñas en la comuna de Casablanca y otras zonas rurales. Tenemos cuatro universidades del CRUCH para una población de pocos habitantes en relación a Santiago y, además, contamos con un importante centro de investigación marina en Las Cruces. Tenemos toda la zona turística del litoral, que no sólo es la playa sino también la memoria cultural del Litoral de los Poetas que ha aumentado mucho su población en estas últimas décadas y que requiere urgentemente una regulación urbanística.
Es un territorio muy heterogéneo ¿no?
-Sí, mucho. Y todo esto convive con la desigualdad más brutal y una condición de vulnerabilidad que no sólo tiene que ver con lo socioeconómico sino con lo ambiental. Sabemos que tenemos muchos campamentos en los bordes de las quebradas expuestos a los mega incendios. En el resto del litoral, las caletas de pesca artesanal han desaparecido en los últimos 30 años, y con ellos ha desaparecido una forma de vida, una cultura ancestral. Esto significo la emigración o reconversión de esas familias a actividades de servicio sostenidas por la población flotante de veraneantes y turismo.
¿Cuáles son sus principales problemas?
-Desgraciadamente, estas zonas tienen los mismos problemas que las grandes urbes: delincuencia, narcotráfico, contaminación, etc. Uno de los más importantes, sin duda, es la creciente falta de agua. Y contradictoriamente con eso, nos enfrentamos a un desarrollo inmobiliario que no está considerando esas limitaciones en un futuro muy cercano. Las inmobiliarias siguen con los dientes largos buscando espacios donde instalar sus moles de edificios que no se van a sostener en su provisión de agua. En el caso del litoral, tenemos casos vergonzosos como la cancha de golf de Santa Augusta, en Quintay, que extrae agua del estero de Casablanca. La cancha está al lado de una caleta que hoy no tiene agua. Los habitantes de Quintay abren la llave en sus cocinas y sale agua sucia. La gente de la zona cuenta que hace 30 años, cuando crecía el estero de Casablanca, traía en sus aguas los tablones de los establos y árboles que caían en su caudal. Yo atravieso este estero desde hace 20 años y hace muchos años que no me da miedo cruzarlo en invierno porque el agua que cruza es mínima. O sea, hay un fenómeno que vemos pero que queremos ponerle nombre.
¿Por último, Estallido Social o Revuelta?
-Como nombre, me gusta Revuelta porque no es un estallido social repentino; es el punto de llegada de muchos micro estallidos que se han venido desarrollando hace años y en muchos territorios del país. Se transforman en esta revuelta que es la suma de todas las demandas, desde Visviri a Puerto Williams, cuya cualidad central es la mezcla, donde todo tuvo espacio de expresión. Del concepto de revolver, todo con todo. Lo que vaya a salir de esto aún no lo sabemos, y ojalá que sea un rico jugo de frutas con guayabas de Arica y calafate de la Patagonia, un tutifruti fresco y colorido.
Cuéntame cómo viviste ese período
-Había una energía preciosa y una atmósfera poderosa y esperanzadora. Todos esos jóvenes que estaban allí no eran esos jóvenes que nos hicieron creer, que estaban todo el día conectados a alguna pantalla. Son jóvenes con profunda conciencia social, con conocimiento de la realidad nacional y con mucha claridad acerca de los problemas que tenemos como sociedad. Y lo más bonito era la solidaridad intergeneracional. En sus textos abogaban por las personas mayores, por sus padres, madres, abuelos, eso era para mí muy conmovedor. Pero también tengo la tristeza por los muertos, torturados y mutilados por unas fuerzas policiales y militares que definitivamente perdieron el rumbo y requieren una profunda transformación, organizativa y ética.
Yo soy una convencida de que una democracia sana necesita ciudadanos informados y profundizar la educación cívica con un rol importante del Estado. Pero debe haber una continuidad con la energía y la actividad comunitaria de cabildos y asambleas que florecieron en octubre. Me gustaría ser un pequeño puente entre la energía de la Revuelta y la Convención, entre lo comunitario y lo estatal. Las consignas de la Revuelta tuvieron una creatividad y gracia notables, de una lucidez tremenda. A mí la que más me llegó al alma fue la que decía “Nos costó tanto encontrarnos, no nos soltemos”. Y estamos en este momento, de no soltarnos. El momento constituyente es el momento de estar juntos, remando para el mismo lado.
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