Directora,
Es complejo leer en la prensa, con la hidalguía que los distintos sectores, siempre luego de una elección se endosan los votos de un proceso particular. Hace algún tiempo, se revisaba en canales de televisión y en elocuciones como algunos/as convencionales decían representar a la ciudadanía, porque la cuadratura de votos les permitía superar el entrampe constitucional de los 2/3. Hoy, el sector de partidos políticos del rechazo se cree poseedor del resultado del plebiscito de salida (61,86%), y en primera instancia se había negado a participar de la reunión en La Moneda por el nuevo proceso constitucional, pero el análisis electoral no puede ser tan simple para uno u otro caso.
Lo cierto es que, en una sumatoria de factores, podemos dar cuenta que la experiencia sostenida en participación ciudadana y plebiscitaria es histórica; podemos decir que, con la primera votación con inscripción automática y voto voluntario, hay una radiografía nacional de quiénes están habilitados para sufragar y participar de la acción democrática. Pero, la complejidad de contrastar resultados entre elecciones, es mala y de pésimo gusto, además de generar tendenciosos detalles, sería como contrastar dos censos o encuestas que tienen preguntas distintas y muestreos diferenciados y a continuación planteo el detalle:
La inscripción automática y el voto obligatorio marcan un antes y un después en el análisis democrático nacional. En el Plebiscito de Salida participaron 13.021.063 electores. Mientras que en las últimas elecciones con voto voluntario, obtuvimos los siguientes guarismos: en segunda vuelta (2V) 8.364.481, Primera vuelta (1V) 7.114.318, Plebiscito de entrada (PE) 7.573.914
Por tanto, la proporción de participación entre el Plebiscito de Salida y la última elección (2V) más concurrida de voto voluntario, tiene una diferencia del 38% es decir 4.656.582 más de participantes. Y un aumento en participación de 5.447.149 electores con respecto al Plebiscito de entrada.
Ahora bien, la disyuntiva es cómo pueden llegar a distorsionarse las interpretaciones y los datos. Lo único realmente extrapolable de los resultados de hace unos días es que 7.882.958 votantes dijeron que no al borrador constitucional que se presentó, nada más que eso. Las segundas lecturas, que esos votos legitiman la Constitución del 80/2005 o decir que este resultado le quita legitimidad al Gobierno actual (puesto que no se votaba por el Gobierno, su gestión y/o resultados, sólo el borrador constitucional) son situaciones totalmente falsas. Debemos entender que el resultado de esta elección no hace Presidente de la República a la opción que perdió en la segunda vuelta presidencial, pero tampoco modifica el Congreso y su distribución de escaños válidamente emitidos en elecciones con voto voluntario.
Es por eso que me gustaría con su intermedio directora, plantear que sólo podemos interpretar en cada elección y plebiscito lo que se le pidió a todo(a) ciudadano(a) en este país votar. Para la de 4 de septiembre fue sobre el borrador constitucional y si nos quedan dudas podemos recordar la pregunta del voto: ¿aprueba usted el texto de nueva Constitución propuesto por la Convención Constitucional? De forma que no hay más lecturas, sólo desinformación política.
Nicolás Jofré Vergara
Jefe de Carrera Administración Pública UVM
Doctorando en Administración y Políticas Públicas
Categorías:Sin categoría