[OPINION] Del deseo de revuelta al deseo de organización (por Adolfo Estrella)

“Crear formas de vida no neoliberal supone crear instituciones nuevas. Toda conmoción de la tierra invoca una inversión del punto de vista, nuevos esfuerzos literarios, nuevas vías para expandir y concretar la imaginación colectiva”.
(Diego Sztulwark)

  1. Estamos en una fase crítica de la “revuelta” en el contexto de una guerra de baja intensidad (por ahora) diseñada por el gobierno.
  2. La revuelta, debe convertirse en Movimiento. Pasar de la fase del encuentro, del mutuo reconocimiento, de la explosión de demandas, de la pasión callejera, a la etapa de la organización de la vida común. Superponer los procesos destituyentes con los procesos dirigidos a activar un Poder Constituyente, a partir de la afirmación de un “nosotros” actuante y eficaz.
  3. El “acontecimiento revuelta” está todavía en explosión. No sabemos cuál será el anclaje político que capte y organice las sensibilidades desbordadas en esta semana de octubre. Y es un momento particularmente peligroso porque no existen interlocutores institucionales con la suficiente legitimidad para organizar diálogos que nos saquen del impasse.
  4. No es posible un pacto social porque no hay actores válidos que puedan pactar entre ellos. No tenemos más remedio que ponernos a conversar y decidir entre nosotros.
  5. Por este motivo, el “deseo de revuelta” debe convertirse en deseo de organización, participación, reflexión y decisión, de lo contrario tiene muchas posibilidades de quedar sólo como gesto, ya sea de rabia o de amor.
  6. Debemos seguir oponiendo el “nosotros de la revuelta” al “nosotros de la normalización”, diseñado desde la voluntad de restitución neo-liberal que está tratando de construir en estos momentos el gobierno con su poder mediático. Oponer al orden neoliberal no des-ordenes sino dis-ordenes: otros ordenes distintos y organizadores de otras formas sociales y políticas de vida.
  7. El Poder Constituyente debe instaurar un ordenamiento que expanda y realice el deseo de cambio de una normalidad opresiva. Debemos oponernos a quienes quieren decretar una nueva normalidad maquillada por la oferta de cambios cosméticos. Vivimos tiempos anormales donde juntos estamos destituyendo lo dado para construir, es decir constituir, órdenes diferentes.
  8. La revuelta ha permitido generar vínculos vivos, que estaban en potencia, pero apagados por la estandarización neoliberal, ya sea en su versión dictatorial o en su versión de centro-derecha y de centro-izquierda. Los iguales y diferentes deben ahora ir generando nuevos vínculos a partir de la explosión de conectividad y conjunción de cuerpos, pensamientos y sensibilidades desatados en las calles.
  9. Los cabildos, asambleas o simples conversatorios en las esquinas y plazas desde convertirse en herramientas de impugnación de lo constituido y ejercer poder local. El objetivo es desarrollar las capacidades colectivas para ejercer la soberanía popular habitando y construyendo nuevos espacios de interacción. No debemos permitir que la pasión se desvanezca y usar esos cabildos, asambleas y conversatorios para: a) diagnosticar claramente los problemas que nos afectan; b) acordar en conjunto soluciones para esos problemas; c) acumular el poder necesario para imponer esas soluciones (Gabriel Salazar).
  10. Estos espacios deben ser la base para construir momentos y lugares de encuentro, deliberación decisión y maduración política con la mirada puesta en una Asamblea Constituyente. No es tiempo de poder legislativo, es tiempo de iniciar un proceso de Poder Constituyente.
  11. Los cabildos son una respuesta organizativa necesaria para superar el estado de anomía y reconstruir un tejido asociativo post-revuelta y transformarse en sujetos de acción política. NO tienen como objetivo aportar información para que el gobierno diseñe su “agenda social”. No son una encuesta barata para extraer información desde la base social y llenar su política de restauración neoliberal. En su estrategia de neutralización y recuperación de la revuelta el gobierno está tratando de absorber las demandas expresando cínicamente que “hemos escuchado” y quieren instrumentalizar también estas formas de organización popular.
  12. Tampoco son el lugar de intervención de estructuras partidarias preexistentes a la revuelta que intenten dirigir las energías colectivas hacia objetivos particulares. Las vanguardias, más o menos iluminadas, no son bienvenidas en un proceso autónomo como el que se ha abierto.
  13. Poder Constituyente significa que las energías sociales desatadas en las calles y redes deben convertirse en motor de renovación no sólo del orden político sino del orden social, es decir, ser una fuerza innovadora que emancipe a los ciudadanos de las miserias económicas y éticas que gobiernan el actual estado de cosas.
  14. Esto no puede terminar en otras “marchas de la alegría”, cooptadas y absorbidas por los mismos de siempre.
  15. Hablar de Poder constituyente es hablar de democracia, desde abajo, horizontal, igualitaria, produciendo comunes. Comunes de pensamiento y de acción.

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